martes, 12 de diciembre de 2017

Tú 4


¡Era una completa capulla!
Con gran enfado, apartó la colcha de su cama de una patada, para bajarse de ella y salir del dormitorio a las tres de la mañana. Suerte, que al día siguiente era sábado y no trabajaba.
Pero la principal culpable de su estado de insomnio, era su hermana Laura. Acusó con un gruñido, encendiendo la luz de su estudio.
Fue, cuando se dio cuenta, que se había dejado el móvil en el dormitorio. Y aquello, solo logró que aumentara su mal humor. Porque últimamente, empezaba a tener sentimientos de rechazo, hacia el pobre aparato.
Volvió tras sus pasos, para encontrar el móvil encima del edredón blanco. Lo agarró gruñendo en el proceso, para dirigirse nuevamente a su habitación que hacía de estudio.
Era mejor avanzar en su trabajo, que cerrar los ojos y toparse todo el rato, con la mirada de Oliver.
¡Sí! No conseguía conciliar el sueño, debido a que su maldito subconsciente la había traicionado. Al parecer, no quería desprenderse de aquellas fotos, donde parecía que el muy mal nacido, le dedicaba la burla solo a ella.
Ahora, quien parecía tener quince años, era ella. Se hallaba peleando con su mente, quién empezaba a querer ser la presidenta del club de fans de Oliver.
¡Ridículo!
Aquello, no podía estar sucediendo. Ahora no, aún no. Acaso era tan difícil, poder vivir por un tiempo, con el único amor de su hijo. No quería volver a sentir burbujas, nervios y falta de aliento, ante la puñetera presencia de las feromonas masculinas.
Quería declararse independiente de sexo, por un buen tiempo o infinito, debido a su repulsa por las suegras. Cuando te gustaba un tío en la cama, continuabas viéndolo más y si todo iba bien, tocaba conocer tú grano en el culo. La suegra... Y como toda mujer repulsa el acné, pues ya no había cabida para el sexo.
Tocaría visitar en su momento una tienda de juguetes.
Dejó caer su cuerpo en su sillón tapizado, con mariposas, sellos de correos, torres Eiffel y demás imágenes de diferentes lugares, muy simbólicos en el amor. Volviendo a ceder, en desbloquear su teléfono móvil y abrir la ventana de chat, donde se hallaba él mirándola constantemente sin cansarse.
Aquello, debía cortarse con la sierra de matanza de Texas.
Con cierta ansiedad, se fue a ajustes y volvió a salir del grupo, sonriendo porque estaría por unas horas libre y a tomar por saco, las fotos del idiota.
Su corazón iba a mil por hora, pero era lo correcto. Aspirando con fuerza, cerró la tapa de la funda, cuando el aparato vibró en sus manos con el leve pitido que llevaba la aplicación de wattshap.
¡Qué coño hacía su hermana despierta a aquellas horas!
Con mal humor y dispuesta a encizañarse con ella, abrió la ventana y se quedó muda al ver que era Oliver.
¡Joder, joder!
Su corazón, pasaba de trotar a cabalgar con desenfreno. Al comprender, que aquello era como estar a solas con él.
Pues, solo tenía que ignorarlo... ¡Ding! Sonó, tras escribir él, y con nervios a flor de piel, maldecía a sus ojos por deslizarse en contra corriente a sus deseos, a leer lo puesto por él.
Oliver: vaya, vaya... Ni en la madrugada juegas como los angelitos.
-Estela: (Emoticono Dedito corazón)
-Oliver: ¿Insomnio por algo en concreto?
Se le acababa de erizar todo el bello corporal, sin poder evitar el mirar tras su espalda, por si el idiota estaba allí. Acaso tenía sentido extrasensorial, rebufó enfadada.
-Estela: No te considero mi amigo, recuerdas.
-Oliver: Tampoco es lo que quiero concretamente de ti.
¡Bata bum! Se le acababan de caer las bragas por sus palabras. ¿Acaso debía interpretar lo que creía leer?
¡Arg! !Imposible, que no! Solo se estaba divirtiendo con ella, debido a las tonterías de su hermana Laura. No había nada más detrás.
-Estela: Y tampoco voy a mantener sexo vía telefónico contigo -Soltó echa una tetera, sin detenerse a pensar que aquello podía ser una base a provocación-. De modo, que no te quedan más opciones chaval.
Volvió a escribir, sabiendo que su hermana resoplaría como un búfalo al leerlo en la mañana.
Un segundo, dos... Y veía como Oliver empezaba a escribir y por ello, su bello corporal se erizaba en acto de inquietud.
-Oliver: Me acabas de dejar devastado. Mira...
No le dio tiempo a decir nada, el idiota era rápido con el teléfono, y ahora, lo veía descojonándose de la risa con ella
No le dio tiempo a decir nada, el idiota era rápido con el teléfono, y ahora, lo veía descojonándose de la risa con ella. Consiguiendo que su enfado creciera por tener otra maldita foto de él, donde al menos no la miraba directamente.
Muy bien...
Resoplando por la nariz, cogió su teléfono móvil y se hizo una foto al dedo corazón bien recto.
Enviada. Sonrió satisfecha, pensando por un momento que hacía tiempo que un hombre no le sacaba una risa como lo hacía él con sus pullas.
-Oliver: ¿Te puse nerviosa?
-Estela: ¿Debería?
Pensó con el ceño fruncido, sin entender a qué se refería concretamente.
-Oliver: Te hice llegar una foto mía riéndome, de la tontería tan grande que dijiste, pequeña.
-Estela: El único tonto eres tú.
-Oliver: Estás muy equivocada con todo, incluyendo lo del sexo telefónico. Sé que podría convencerte en un chascar de dedos. Mira...
Y miró

Y miró. Oh, mejor dicho, sus ojos se regodearon con la foto que acababa de enviarle él.
¡Jesusito de su corazón! Solo había visto un hombre así en las revistas. Admitió con la boca seca. 
Apretó por un segundo los ojos, para tratar de calmarse. Ahora, qué mujer en su sano juicio, conseguía dormir teniendo un hombre dispuesto de aquella manera.
¡Joder, mierda!
Los abrió de sopetón, al caer que Laura y Gemma, verían todo en la mañana. ¿A qué conclusión loca llegarían?
-Oliver: ¿Jugamos?
-Estela: Me hiciste bostezar, creo que me iré a dormir por fin.
-Oliver: Cobarde.
Y un cuerno cobarde. Solo era... Cobarde. Pero y un cuerno que iba admitirlo a ninguno de aquellos tres locos.
Tan difícil era aceptar sus deseos. Solo quería estar sola, tranquila, sin complicaciones y Oliver, era complicación en mayúsculas.
Era un tio, al que te tirabas en la cama, en el sofá, encima la mesa y en todos los lugares posibles, sin acabar nunca empachada, más bien destrozada por su lejanía, al perder una mujer el interés que le pudo suscitar en un principio.
Y no creía estar preparada aun, para una cosa como aquella.
Pero apostaba a que encima, era más que bueno en la cama. Pensó suspirando profundamente mientras sus ojos se relamían la vista con su foto.
Escribiendo... Leyeron sus ojos en lo alto de la ventanita de chat.
¿Y ahora qué más podía decirle después de ésa foto? Pensó casi en un gran sollozo, por comenzar a sentirse débil. Nada a lo que razonaba segundos atrás.
Oliver: Entonces, ¿lo admites?
Estaba perdida, qué tenía que admitir. ¿si estaba para relamerlo a él?
¡Joder, por supuesto! Hasta si no tenías un bote de nata, seguro que el de tomate frito de Orlando, te servía de maravilla para aquel cometido sin ascos ninguno. 
Estela: Creo que deberías de cambiar de profesión. Te encanta regodearte contigo mismo. Hazte modelo.
No decía nada, seguro se estaba descojonando de ella, por admitir que lo veía atractivo. Aunque no era nada malo, admitir aquello. Otra cosa, era admitir en toda su jeta, que le encantaría pegarse los mil y un revolcones que surgieran en su cama.
Escribiendo...
Veamos que le decía el listillo.
Oliver: Cierto que sería otra manera de ganarme la vida, Gemma me lo insinuó más de una vez. ¿Cuál te gustaría más?
¿Cuál le gustaría más de las fotos de antes? Pensó descojonándose para sí misma, para hacer aquella pregunta idiota y él, lo sabía.
Escribiendo...
Oliver: Tenemos la anterior, ésta y...
¡Madre de dios santo! Se reclinó hacia delante, notando como sus mejillas se sonrojaban de forma violenta, por estar jugando a aquel juego con él y en horas indebidas. Y encima, había un Y, con puntos suspensivos.
 Y encima, había un Y, con puntos suspensivos
Oliver: Tenemos la anterior, ésta y...
¡Madre de dios santo! Se reclinó hacia delante, notando como sus mejillas se sonrojaban de forma violenta, por estar jugando a aquel juego con él y en horas indebidas. Y encima, había un Y, con puntos suspensivos.
¡Coño ya con las fotitos! Acaso teníaun fotógrafo en su casa
¡Coño ya con las fotitos! Acaso teníaun fotógrafo en su casa. Y como siguiera así, tendría sexo telefónico consigo misma y él, en pantalla.
¿Qué esperaba qué dijera ahora, después de sentirse avergonzada por verlo de aquella manera?
Que estaba húmeda después de tanto tiempo por un hombre... Sí, pero joder que no quería...
Oliver: Pero mira que eres terca, al no querer admitir aún nada. Vamos, tampoco es tan terrible darme la razón. Según Laura, eres una persona muy honesta, pero creo que bajo una capa cobarde.
Éste tío era sordo. No quería escucharla, como tampoco lo hacían su hermana.
Estela: No busco ningún amante, métetelo en la cabeza de una vez por todas. Ni quiero hacer sexo telefónico contigo. Admito que estás bueno, hay que ser idiota para no admitirlo. Y tú ya lo sabes. Pero ahora, pienso silenciar el teléfono y largarme a mi cama, donde voy a dormir, para nada voy a meterme mano mirando tus fotos, porque las voy a borrar, así como me gustaría poder borrar el haberte conocido.
Ale, ya había dicho todo lo que quería gritarle en su estado de frustración.
Oliver: Vaya, retiro lo de cobarde. Prefiero quedarme con terca y reprimida. Pero gracias, me respondiste a todas mis preguntas a la perfección. Solo necesitas un poco de espacio y darte cuenta por ti misma, pequeña. Y una cosa, me cansé hace mucho tiempo de la etapa amante. Y al conocerte, comprendí que tenía razón. Y ya que dices que vas a la cama, te dedico ésta canción por si no puedes dormir. Es con mucho cariño de mí a ti. Buenas noches, pequeña, nos seguiremos viendo. 
   

Y al momento, le llegó un video de youtube que conocía a la perfección su letra. Causando que su sangre hirviera más, provocando que le enviara una respuesta con diez dedos corazones de emoticono.
Seguidamente apagó el aparato, importándole una mierda, que su hermana no pudiera ponerse en contacto con ella al día siguiente, para reírse, abroncarle o lo que se le ocurriera, ante la charla nocturna que había mantenido con su jefe.
Y ahora,mejor se liaba con sus agujas de tejer, pues seguro que con la frustración que acarreaba encima, avanzaba más en su proyecto.
Ya pensaría en otro momento, en aquello de que había respondido a sus preguntas, cosa que dudaba. Y también iba a dejar en el congelador, lo de darse cuenta por ella misma y que había comprendido algo al conocerla.
Y decían que las raras e incomprendidas eran ellas, por Dios. 

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