lunes, 20 de noviembre de 2017

TÚ -3-

Ya iban dos mensajes privados lanzados con ciertas amenazas, hacia la idiota de su hermana, pero al parecer era ciega o idiota. Votaba por lo segundo. Pensó con muy poco humor, lanzando su teléfono móvil sobre la mesa, para agarrar la última galleta bañada de chocolate y darle un buen mordisco.
La dominaba el ansia de golpear. Al final, iba a tener que apuntarse a un gimnasio para desquitarse, si la cosa seguía por aquel camino. O comprarse un saco y colgarlo en su despacho y otro, en casa.
Y no hacía falta ser muy listo, para saber que le plantaría dos fotografías. Una de Laura y otra de Oliver.
Los muy inútiles, porque no tenían otra calificación, llevaban todo el santo día tocando los ovarios. ¿Acaso no tenían trabajo y estaban aburridos? Pues que se fueran a un parque de atracciones o a jugar una partida de dardos. No deja, que eso lo haría ella, con ellos como  diana.
Parecían tener quince años, no más. Hasta se había salido del grupo de wattshap, pero alguno de los tres miembros restantes la volvía a introducir. A la quinta vez, ya desistió. Lo malo, que a ella no le daban el poder de administradora, que si no, se iban a enterar... Pero lo que no aguantaba, eran los selfies que llegaban de ellos tres a la que hacían algo diferente.
Por un lado, tenía a Gemma, quien enviaba fotos de ella comprando, o en casa o quedando con algún conocido de ella. Eran fotos agradables.
Las insoportables, las de su hermana junto con Oliver. Al parecer, estaban trabajando codo con codo.
Además, que puñetero ejecutivo no se ponía una corbata bien cerrada apretándose la puta campanilla. No, que el descarado, porque no tenía otro nombre, iba nuevamente con una camisa blanca impoluta y tres botones desabrochados.
Ni que su trabajo, consistiera en ser modelo y promocionar un perfume en las revistas de moda. De acuerdo, lo admitía. Oliver, era más bueno que pecar con chocolate, viendo una película de comedia romántica.
Pero ningún tío, trabaja con la guisa de prototipo sexual andante, en una empresa seria de construcción.
Y no se quedaba ahí la cosa, pensó notando como se le erizaba el bello del cuerpo, cuando sin pensar mucho, le venían todas y cada una de sus fotos a la mente. Se sentía observada por él. Era como si aquella mirada seria y a la vez sensual, se la estuviera dedicando en especial a ella. Como dándole a entender que había sido una idiota rematada, de salir huyendo.
¡Maldito capullo!
Pensó sulfurándose a sí misma, pensando en la visita de su hermana en la anterior noche pasada, notando raro, que no siguiera con la bronca que le soltó por mensaje, nada más dejarlo plantado en el lavabo.
Solo había acudido, para que le dejara prestada una batidora de repostería que tenía. Es más, ni en su visita, lo había nombrado en ningún momento.
Pero era más que obvio, que había tejido algo en su mente, para que, al día siguiente, hubiera aquella lluvia de fotos.
Detuvo un segundo sus pensamientos, cuando un grupo de hombres trajeados, que había sentados unas mesas detrás de ella en el bar, formaran un pequeño alboroto con sus carcajadas, por algo dicho de alguno de ellos.
Precisamente dos de ellos, los conocía por ir como ella, a tomar café muy a menudo allí. Eran empleados, de la sucursal de banco que había al girar en la esquina.
¡Mira tu por donde, también iba a enviar una sesión de selfies al grupo! Sonrió de forma maliciosa, agarrando su teléfono y acercándose, directamente a los dos que conocía de vista.
-Hola –Saludó muy sonriente-. Perdonad que os moleste.
-Tranquila –Le sonrió el moreno, de los dos que conocía-. ¿Qué se te ofrece?
-Divertirme un rato con una venganza –Soltó a bocajarro, logrando que uno se atragantara con su bebida, y riendo ante la expresión de alarma de los demás-. Chicos, que no llevo nada que pueda considerarse arma blanca –alzó sus manos-. Es una propuesta toda inocente, pero algo pintoresca.
-Ahora me intrigas –Habló uno de ellos.
-Es sencillo –Se alzó de hombros-. Solo quiero implicar inocentemente alguno de vosotros que sea soltero.
Los hombres se miraron entre ellos divertidos.
-Excluye entonces a Sergio –Dijo uno-. Es el único que lleva anillo.
-Pues Sergio, quedas eliminado –Le guiñó Estela un ojo divertida-. Es sencillo –Rebufó un poco-. Tengo a mi hermana, que me quiere liar con un tío…
-Que seguro es un adefesio –Rio el más guapo.
-Que va –Negó ella con la cabeza-. Admito que está de rechupete –Confesó sincera.
- ¿Entonces? –Preguntó uno con cierta precaución.
-Que llevo un año y algo divorciada –Alzó un dedo de su mano-. Estoy de maravilla y parece que no lo comprende ella.
-Pero admitirás que una canita al aire –Bromeó el Sergio-. Ahora que vuelves a estar libre, sin compromisos es…
-No corrompas a la chica tío –Le palmeó la espalda un compañero suyo-. Qué quieres hacer exactamente.
-Me está enviando fotos de él, porque resulta ser su jefe –Dijo mostrándoles en la pantalla los selfies-. Y había pensado…
-Anda, ven y siéntate en mis rodillas que seré el primero –Rio uno frotándose las manos-. Edu, pásame una de ésas galletas de frambuesa, que haremos un desayuno algo erótico.
- ¡Oh que bien, que me echéis un cable! –Tocó las palmas Estela, sentándose en las rodillas del hombre-. Estáis invitados al desayuno. 


Media hora después, ya sentada en su oficina, decidió que era el momento de aceptar la octava llamada entrante de su hermana, dejándola con el manos libres, mientras se iba preparando la mesa de trabajo.
-Dime.
-No, dime tú –Apremió Laura-. ¿Qué eran ésas fotos?
-No te comprendo lo qué quieres decir –Habló con una mano en los labios, para retener la risa que quería salir.
-No soy tonta –Se notaba algo frustrada su voz.
- ¿Segura? –Cuestionó con buen humor-. Porque últimamente...
-Quiénes son –Directa. Significaba que estaba muy molesta, y sin querer se le escapó una carcajada.
-Amigos – Soltó escueta, agarrando su libreta y yendo, a la página del último proyecto que estaba diseñando.
-Qué tipo de amigos, si tú no tienes tiempo –Casi podía imaginársela con espuma en la boca-. Y, es más, te recuerdo que eres madre, que ejemplo...
-Ahora, con toda esa información te la almacenas y la sopesas por un rato.
-Conmigo no te hagas la lista –Habló Laura, con cierto tono despectivo.
-Y conmigo, no te hagas la hermana mayor, que voy para los cuarenta –Empleó el mismo tono-. No soy ciega y se lo que quiero en mí vida –Y colgó. Con cierto aire de satisfacción.



Pero tres minutos después, pensando que su momento de relax, había llegado por fin. Y ya tenía sus agujas de tejer listas, para dar forma al diseño que había hecho, que su móvil volvió a pitar.
¡Cuánto odiaba que no pudiera asignarse un sonido a cada uno en el wattshap, pero fijo que silenciaba el maldito grupo!
Por miedo que fuera algo relacionado con su hijo o con el trabajo, estaba obligada a mirar. Alargó su mano derecha, a su escritorio blanco y justo antes de rodear con sus dedos el aparato, éste volvió a sonar y vibrar por dos veces más.
¡Y ahí lo tenía!
Se trataba del puñetero grupo, pero aquella vez, era Oliver quien había mandado una foto, que no podía ver, pues aún no lo tenía abierto. Y las dos tontas, se reían de ella con emoticonos. Seguro, se trataba de una tontería. ¡Pero maldita fuera la curiosidad!
Y cuando abrió el chat, todo su sistema nervioso se revolucionó a mil por hora. La foto era del mismo Oliver, sentado en la taza de un wáter con la tapa bajada, pero éste se estaba acariciando los labios con el dedo pulgar y cierta mirada sensual, más un texto donde decía: Me quieres a mí

¡El muy cabrón!

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